Carlos Alejandro Rodas Coronado
«Ya se cumplió el plazo señalado, y el reino de Dios está cerca. Vuélvanse
a Dios y acepten con fe sus buenas noticias.» (Mc 1,15).
Jesús anuncia la llegada del reino de Dios como la gran noticia y novedad
de su mensaje. Invita a acogerlo como una opción fundamental de vida. Su
llamada a la conversión es un componente intrínseco para entrar en la
dinámica del reino. La traducción que utiliza la Biblia “Dios habla hoy”,
como alternativa de “conversión”, permite acercarse a su significado en
clave de encuentro-con: «vuélvanse a Dios».
El llamado que hace Jesús es ya una iniciativa del propio Dios, que invita
a hacer un alto en el trajín de la vida, para volver la mirada al Creador y
retornar a Él. «Es el movimiento del “corazón contrito” (Sal 51,19), atraído
y movido por la gracia (cf. Jn 6,44; 12,32) a responder al amor
misericordioso de Dios que nos ha amado primero (cf. 1 Jn 4,10)».
La conversión nace de una experiencia profunda de amor entre Dios y la
persona que acepta, a reconsiderar el modo en que está viviendo, a revisar
la escala de valores, los fundamentos de la propia existencia, las
motivaciones y el sentido de su vida, desde los valores y propuesta del
Evangelio; para luego tomar la decisión de transformar y cambiar todo
aquello que impide que se haga realidad, el gran sueño de Dios para cada uno
de sus hijos e hijas, una vida plena (Cf. Jn 10,10) e involucrándose en la
misión de hacer del mundo, un mundo más humano, donde rija la dignidad humana, la justicia, el amor, la compasión, principalmente por los más
pequeños del Evangelio.
Es decir, “volverse a Dios”, implica voltear la mirada al rostro de los más pobres, de los más vulnerables, de los descartados por esta sociedad por
esta sociedad mercantilista e individualista. Es acercarse a ellos,
implicarse con ellos, tomar partido por ellos y comprometerse por su causa.
La conversión debe entenderse también, como un proceso de toda la vida, en donde el Espíritu de Dios impulsa y atrae a la persona a volver siempre al verdadero fundamento de su vida. Es por ello que el discernimiento ignaciano es un método que ayuda, precisamente, a diferenciar lo que es de Dios y lo que no lo es, lo que nos aparta de Dios y lo que nos hace acercarnos a Él.
Si deseas realizar la guía de oración para la semana 1, haz clic en el siguiente enlace:

1 Biblia versión “Dios habla hoy”
2 Catecismo de la Iglesia Católica, numeral 1428
Muy lindo
Muy hermosa la definición de la conversión, muchas cosas no entendía sobre dicha palabra una acción directa en la que estan contempladas la fuerza de la divina providencia para la santificación de la persona.
Muy buena la predica me encantó