“Han de confiar con magnanimidad en Dios, orar, dar ejemplo de vida, mostrar a todos sincero amor, hacerse todo a todos, conformarse con las costumbres de los pueblos, acreditarse con la doctrina, ganarse la amistad de los que gobiernan, de los doctores de la universidad, de las personas de autoridad; sentir y decir lo mismo, conocer la índole de los hombres, trabajar en equipo, enseñar en lecciones públicas, instruir y exhortar para hacer a los hombres no sólo más doctos sino mejores; confesar, atraer a jóvenes que puedan convertirse en colaboradores, extender la práctica de los Ejercicios Espirituales completos, atender a los presos, enfermos, pobres; hacerse amigos de los que son cabeza de los herejes, yendo ´poco a poco`, con destreza y muestras de amor, dilucidando los puntos dogmáticos controvertidos, impugnando la herejía pero tratando a las personas con amor, deseo de su bien y compasión más que otra cosa, atrayendo a la obediencia de Roma pero evitando ofensas imprudentes que les hagan ser tenidos por ´papistas` y por eso menos creíbles”.
Ejercicio para reflectir[1]
Hagamos de cuenta que estas instrucciones, Ignacio las dirige a todos los docentes, directivos y administrativos del Sistema Universitario Landivariano -SUL- al inicio del año 2023.
- Desde su ámbito de actuación:
- ¿Qué instrucción es la que mayor eco provoca en usted?
- ¿Qué instrucción es la que más le disuena?
(Cfr., Tellechea, Ignacio, Ignacio de Loyola solo y a pie. Ediciones Sígueme, Salamanca, 6 edición, p. 381)
[1] Desde la Espiritualidad Ignaciana reflectir es dejar que se reflejen las personas, las palabras, las cosas en mi realidad personal y, de allí “sacar algún provecho”.