“En la onda” de Jesús P. Pedro Jaramillo Rivas – Pastoral Universitaria Landivariana

“Ir a la zaga” de alguien, significa en castellano ir detrás de alguien “pisándole los talones”. Lo que significa: “sin llegar a alcanzarlo”. Esa es la impresión que uno tie-ne cuando quiere alcanzar la mente y el corazón del Papa Francisco:… que le pisas los talones, pero no lo alcanzas, porque cuando tú llegas, él ya ha dado el siguiente paso
Con este título general, simplemente enumerándolos entre paréntesis, quiero compartir con ustedes subrayados de su enseñanza y de su estilo. “Palabras y gestos” van unidos en un hombre que vive la entraña del modo de la revelación bíblica: Dios se nos reveló – nos recordó el Vaticano II- con palabras y gestos íntimamente unidos entre sí: las palabras explican los hechos; los hechos confirman las palabras. Es el caso de Francisco.
Me voy a referir hoy a sus palabras en el Via Crucis de la JMJ de Panamá (25 enero 2019). El Papa sabía que no estaban presentes sólo los jóvenes que habían hecho el camino a Panamá y, por eso, se dirige a “todos los jóvenes del mundo”. Dense ustedes también por aludidos, aunque no estuvieran en la Cinta Costera ese viernes.
Centró su reflexión en la vida como camino (contraria a un sedentarismo existencial), y empezó advirtiendo: “caminar con Jesús será siempre una gracia y un riesgo”. “Gracia” por lo que promete. “Riesgo” por lo que supone: el ir contracorriente de una “cultura del descarte y del desamor”. En el fondo, “el camino de la cruz” como un camino de amor hasta el extremo.
Impresiona la “actualización” del camino de la cruz que el Papa presenta a los jóvenes: el camino de sufrimiento de “tantos rostros que sufren la indiferencia satisfecha y anestesiante de nuestra sociedad que consume y que se consume, que ignora y que se ignora en el dolor de sus hermanos”. Un llamado de alerta a la “apatía, la desgana, el inmovilismo, el conformismo…” Nos paralizan y (lo que es aún peor) “nos hacen desviar la mirada para no ver…, refugiarnos en el ruido para no oír… taparnos la boca para no gritar”. Hacemos verdad nuestro refrán: “ojos que no ven, corazón que no siente” (alguien, sin embargo, lo reescribió con ironía: “ojos que no ven, topetón que te pegas”)
Y “el dedo va a la llaga”: “es más fácil y ‘pagador’ ser amigos en las victorias y en la gloria, en el éxito y en el aplauso; es más fácil estar cerca del que es considerado popular y ganador”. No hace falta ser expertos sociólogos para decirle al Papa que, en efecto, así nos pasa. Un vistazo a nuestra vida nos puede claramente decir si somos de los que estamos, comenzando por la propia familia y amigos, “a las duras y a las maduras” …, o “las duras” se las dejamos al psicólogo.
Y somos tan retorcidos que tantas veces no nos quedamos ahí y nos apuntamos “a la cultura del bullying, del acoso, de la intimidación, del encarnizamiento con el débil”. ¡Cómo duele, pero qué verdad es! Ahí hay para reflexionar.
¡Qué contraste entre “nuestra onda” y la “onda de Jesús”! Nosotros marcando distancias, Jesús “identificándose con todo sufrimiento, con todo aquel que se siente olvidado” […] “abrazando a todos aquellos que muchas veces consideramos no dignos de un abrazo, de una caricia, de una bendición; o, peor aún, ni nos damos cuenta de que lo necesitan, los ignoramos”.
“Nuestra onda” y “la onda de Jesús” nos van a ir aclarando muchas cosas en este “irle a Francisco a la zaga”. Hermoso sería que, yéndole a la zaga, cuando algún día nos preguntarán: – “muchá, ¿qué onda?”, pudieras responder con verdad: “en la onda de Jesús y su Evangelio”. Lo vamos a intentar ¡MERECE LA PENA”
