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Personas con una vida plena de sentido

agosto 31, 2022
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Dándole seguimiento a la primera nota de este mes sobre el discurso del P. General Arturo Sosa, S.J. a la Asamblea de la Asociación Internacional de Universidades Jesuitas (IAJU) con el tema DISCERNIENDO EL PRESENTE PARA PREPARAR EL FUTURO DE LA EDUCACIÓN UNIVERSITARIA DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS. (Boston-agosto de 2022), hoy compartimos desde la Vicerrectoría de Integración Universitaria,  el texto  íntegro del inciso B, de su reflexión, que se puede volver, objetivo de formación integral y fortalecimiento de la Identidad Institucional en una Universidad y en cualquier obra educativa de la Compañía de Jesús.

La identidad de las instituciones de Educación Universitaria reunidas en la IAJU parte de una visión integral del ser humano. Por consiguiente, concebimos la Universidad no fragmentada sino integrada. Proponemos instituciones que ofrecen la posibilidad de integrar las diversas dimensiones del quehacer científico, educativo y de incidencia social.

Una cotidianidad universitaria que realice y trasmita esa identidad es, sin duda, un enorme desafío que supone estar muy atentos a cómo se realizan las actividades ordinarias dentro del campus; a cómo se cultiva la identidad en los miembros de la comunidad universitaria, muy especialmente de sus profesores y personal administrativo; a los procesos de toma de decisiones; a los incentivos que se propone; y a todo aquello que representa el “éxito” de los programas y procesos que se realizan.

Como todo el sistema de educación superior en el mundo, nuestras instituciones de educación universitaria están constantemente amenazadas por tres cepas de virus con variantes muy contagiosas: la fragmentación, la superficialidad y la instrumentalidad. La enfermedad que producen estos virus atentan contra la identidad que nos une, inspirada en el carisma que Ignacio expresó con expresión “ayudar a las almas” como la finalidad de la Compañía de Jesús, en su deseo de servir a la misión del Señor encomendada a la Iglesia. “Ayudar a las almas” es la apuesta ignaciana que lleva a atender integralmente a las personas en todas sus dimensiones, personales o sociales, y en todo lo que necesiten.

Es urgente, por tanto, discernir qué tipo de persona imaginamos como fruto de la experiencia universitaria que proponemos. He aquí la materia central de nuestro discernimiento. El ser humano necesita darle sentido a su vida y a sus acciones, las grandes y las pequeñas de todos los días. Nuestro propósito es “buscar y hallar” el estilo de investigación, incidencia social y educación universitaria capaz de iniciar y acompañar procesos personales y sociales de dar sentido a la vida en todas sus dimensiones para alcanzar la plenitud.

Desde la espiritualidad que se deriva del carisma de la Compañía de Jesús se entiende como vida plena la que se desenvuelve persiguiendo siempre “en todo amar y servir”. Esa es la manera nuestra de concebir la “excelencia”. A través del discernimiento en común nos proponemos animar instituciones excelentes porque en ella trabajan, investigan, enseñan y estudian personas que encuentran las condiciones para una vida con sentido que avanza hacia su plenitud.

Instituciones universitarias concebidas de tal manera que ofrezca espacio para acompañar los procesos de gran variedad de personas que viven en distintos momentos de su vida, al mismo tiempo que contribuyen, con los medios a su alcance, a la transformación de las estructuras injustas de las sociedades en las que realiza su específica tarea universitaria.

Lo que conocemos como el “paradigma pedagógico ignaciano” es uno de los medios más eficaces para organizar las instituciones universitarias bajo nuestra responsabilidad según la identidad que les da sentido y desde la que ofrecen oportunidades a todos sus integrantes de encontrarle sentido a sus propias vidas en relación con otras personas y el medio ambiente.

Quienes están familiarizados con la pedagogía ignaciana conocen el estrecho vínculo que tiene con los Ejercicios Espirituales. En ellos Ignacio de Loyola propone un modo concreto de experimentar la acción de Dios en la historia y discernir el camino que lleva a encontrarle sentido a la vida para hacerla plena. Hacer uso responsable y amplio de este precioso instrumento esta, sin duda, al alcance de todas nuestras instituciones universitarias. Sigámoslo haciendo, encontrando modos adaptados a las personas, tiempos y lugares. Aprovechemos esa experiencia para ir conformando espacios universitarios que encarnen el estilo propio de su identidad.

Una pregunta que escucho con frecuencia es la siguiente: ¿se necesita compartir la fe religiosa (cristiana) para adquirir la identidad característica de nuestras instituciones universitarias? En otras palabras: ¿el camino que lleva a encontrarle sentido a la vida personal y social exige la fe religiosa cristiana?

La experiencia de nuestras universidades permite responder que la vida plena y con sentido se realiza en personas diversas, con una asombrosa variedad de opciones personales religiosas, culturales, políticas… Este es uno de los signos que debe atender el discernimiento propuesto. La humanidad es el sustrato común a todas las personas, culturas, experiencias religiosas, creencias… El núcleo sustantivo de la plenitud humana es el amor que se hace ágape, que se vive en común como humanidad congregada alrededor de él.

Para leer la primera parte de la nota, puede dar clic en el siguiente enlace:

Una respuesta a “Personas con una vida plena de sentido”

  1. Francisco Reyes Archila dice:

    Creo que realmente la idea de impulsar y fortalecer la identidad es crucial en una universidad de tradición ignaciana como la URL, de tal manera que permee, toda la academia, la investigación, la proyección social y la administración. Una identidad que, como la sabía de árbol, debe alimentar toda las acciones de la universidad. En este sentido, creo que es más lo que falta que hacer que lo que se ha hecho. Temas como el discernimiento en común, la pedagogía ignaciana, la espiritualidad. Frente al virus de la fragmentación, la superficialidad y la instrumentalidad, la tradición ignaciana, en la línea un humanismo espiritual cristiano de corte social, tiene la la vacuna para poderlos combatir de manera integral, tanto a nivel personal, social como institucional. Sólo es echarle la mano a todos esos recursos y ver la manera como puede permear todas las acciones de la universidad.

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