Los integrantes de EJEGUA (Educación Jesuita en Guatemala) junto a la Fundación de Fe y Alegría realizaron una plenaria para reconocer las necesidades de la educación y la formación docente ante los nuevos procesos académicos por el impacto de la crisis sanitaria del Covid-19.
En este evento se contó con la presencia del padre rector, Miquel Cortés Bofill, S.J. quien reflexionó sobre la formación docente como un actor clave para la transformación y generación de nuevos modelos que estén al servicio de las personas y la sociedad, así como el cambio de la educación postpandemia.
“Es importante implementar y desarrollar otros procesos, buscar otras formas y opciones para continuar con los aprendizajes, la docencia, entrega y compromiso para el desarrollo de la niñez, la adolescencia y juventud”, agregó la viceministra técnica de educación, Mgtr. Edna Portales, quien indicó que es importante construir una sociedad que valore a los seres humanos y fortalezca la educación integral con equidad y pertinencia cultural.
Para dialogar sobre dichas necesidades, la conferencia fue presidida por el experto asesor internacional en educación, Pepe Menéndez, quien expuso que la formación requiere un diseño de perfil docente que incluya un trabajo por proyectos, un acompañamiento, trabajos en comunidad, interdisciplinariedad y evaluación para el aprendizaje. Asimismo, resaltó la formación para educadores que refuerza los saberes, la espiritualidad, el acompañamiento tutorial, la pedagogía, la profesión docente, el currículo y la organización escolar. “Nuestras creencias determinan nuestra manera de enseñar e incidir con experiencias variadas y diferentes, aprendemos uno de los otros”, (Pepe Menéndez).
Por último, el decano de la Facultad de Humanidades, Dr. Juan Pablo Gallo, brindó las palabras de cierre y concluyó en la plenaria que quienes orientan y acompañan los procesos de aprendizaje son los educadores y educadoras quienes deben tener la formación humana, profesional, metodológica y espiritual; por ende, existen dos niveles que requiere la educación: el primero, la formación inicial que involucra a todas las instituciones para generar programas académicos de alta calidad educativa con sustento teórico, calidad humana, inteligencia emocional y con capacidad de formar niños, niñas y jóvenes con posibilidades para crear un mundo mejor; y el segundo aspecto, los procesos que actualicen permanentemente la innovación y actualización de su labor, el acompañamiento y el compromiso comunitario.


Muy bien sabemos que la educación es el potente vehículo que transporta a los pueblos hacia sus desarrollo, sin embargo el acceso a una educación grstuita y de calidad cada vez se hace imposible en paises como Guatemala donde las prioridades siguen siendo otras, sumado a ese cáncer de la corrupción que ha toado y enfermado el sistema educativo nacional.